Si copias, eres irrelevante
Encontrar la autoría en el camino de modelar y modelarse a uno mismo
26 de mayo, 2022Esta semana tuve la oportunidad de asistir a un evento en el que entrevistaban a una conocida ilustradora. No como parte de la conversación de la entrevista en sí, sino a raíz de una de las preguntas de una de las asistentes, salió a la luz un tema: la copia.
Esta ilustradora comentaba cómo le había pasado alguna vez ver una ilustración suya estampada en una camiseta. Una estampación con la que otra empresa se ha lucrado sin pedir permiso por el uso de esa imagen. ¿Son todas las imágenes de Internet propiedad de todos? ¿Está todo aquello que compartimos a disposición del resto?
La respuesta formal en el caso de Instagram, Facebook o Twitter, es esta cláusula que comparten (está en la letra pequeña de las condiciones que aceptamos pero que nunca leemos) por la cual estamos cediéndoles una “licencia internacional, libre de regalías, sublicenciable, transferible y no exclusiva para alojar, usar, distribuir, modificar, publicar, copiar, mostrar o exhibir públicamente y traducir tu contenido”. Este es el ejemplo de texto de Facebook pero todas ellas vienen a decir lo mismo: en el momento en el que compartes contenido en sus plataformas, que está protegido por derechos de propiedad intelectual, pueden usarlo con total libertad e incluso transferirlo a terceros sin compensación.
Por otro lado, en Facebook aceptas también “que solo publicarás contenido que no infrinja los derechos de propiedad intelectual de otras personas”. Como aceptamos la letra pequeña a menudo sin leer, esto seguro que se nos ha pasado por alto. Y para los que no sean considerados con la autoría del contenido que comparten, estaría bien que lo leyeran, aunque bajo mi punto de vista es de sentido común.
LA PERCEPCIÓN DE QUE SI ESTÁ EN MI PANTALLA PUEDE SER MÍO TAMBIÉN
En este mar de información e imágenes que ha crecido exponencialmente ante nosotros desde la aparición de las redes sociales, las condiciones de uso (aunque no las leamos) están claras. ¿Pero qué pasa en relación a las condiciones de uso entre nosotros como creadores y como profesionales o empresas? Si cuando somos pequeños se supone que nos enseñan ciertos modales para convivir cívicamente en sociedad, como profesionales no nos enseñan unas buenas prácticas del uso de la información e imágenes para convivir cívicamente en el mundo creativo y de los negocios. Este desarrollo exponencial de la tecnología que hemos vivido estas últimas décadas, como me enseñó el experto en innovación Xavier Ferràs, ha ido más rápido de lo que nuestro cerebro humano es capaz de procesar realmente. Algo tan básico y que forma parte de cómo recibimos información en la mayoría de plataformas o buscadores online que usamos como es un algoritmo, necesitamos hacer un máster para realmente entender qué es y cómo funciona. Algo como entender esto parece solo un detalle, pero es al mismo tiempo un detalle que actualmente impacta directamente en nuestra percepción de la realidad y el resultado de nuestras búsquedas online que conforman también nuestra comprensión del mundo.
Las copias (y los copiones/as) siempre han estado ahí, aunque como muchas otras, este contexto digital, efímero y líquido en el que nos movemos, lo que hace es crear un aumento exponencial de lo que forma parte de la misma naturaleza humana como es copiar. El entorno digital en el que está todo a nuestro alcance, y con la democratización que trae Internet, seguramente le de a nuestra percepción un nuevo sentido de que podemos poseer y usar cualquier cosa como nos plazca por el simple hecho de que está en nuestra pantalla. Lo veo, lo tomo.
Esta accesibilidad prácticamente a todo tipo de información y contenido, es toda una tentación a nuestro cerebro vago, al cortoplacismo, al buscar el camino fácil, a la picaresca de coger algo sin que nos vean, de aprovecharse del otro. Está en nuestra mano, responsabilidad y principios no caer en esta dirección. Hace unas semanas escribí un artículo sobre ser buena persona, que algo tiene que ver también en esto.
Aprender por imitación es una buena práctica, copiar no
Imitar está en nuestro ADN. Aprendemos desde que nacemos a menudo imitando y repitiendo gestos, acciones o palabras que vemos a nuestro alrededor. Nuestro entorno, las personas y lo que vemos son nuestra fuente de inspiración. Inspirarse y usar aquello que vemos para crear nuestra propia forma es creatividad en sí misma. Saber cuáles son nuestros referentes (y cuáles no) e identificar aquello que nos gusta de ellos nos puede ayudar a desarrollar nuestra propia identidad como marca y como negocio.
Recibimos mucho este mensaje de “tienes que tener un mensaje o una marca diferente y único”, y esto es una gran presión en un mundo en el que está casi todo inventado ya. Todo negocio, idea o sistema visual que lanzamos es una suma de referencias y fuentes de inspiración que ya están ahí. Hasta aquí todo bien, esto todavía no nos pone en el plano de “copiar”.
Me pareció muy interesante la reflexión que hacía Toni Colom en su podcast “Cómo diferenciarse”, en el episodio 177 titulado “Copiar a tus referentes para encontrar tu propio estilo”, en la que dice que “cuanto más imitemos a alguien más cerca estaremos de encontrarnos a nosotros mismos”. Aunque Toni usa el concepto de “copiar” realmente de lo que habla el episodio es de una idea clave como usar bien tus referencias para descubrir tu propio estilo, de encontrar tu propio camino apoyándote en lo que ya está ahí fuera pero usándolo a tu manera. Y sobretodo, hacer el trabajo de picar piedra tú mismo para entender cuál es tu propio criterio y por tanto ser capaz de dar forma a tu propia identidad. Esta idea y práctica que es totalmente lícita, no tiene por qué implicar copiar.
Como dicen los autores del canal de Youtube Artista 24/7, “si te haces la pregunta de si estás copiando, quiere decir que internamente sabes que algo estás haciendo mal”
La resaca de poner límites
Sí, poner límites da resaca. No por ello tenemos que dejar de hacerlo. Y es inevitable que cuanto más y mejor hagas las cosas, más y mejor te copiarán.
Este hilo de Twitter me parece un ejemplo fantástico de cómo este diseñador gráfico pone de manifiesto cómo otra empresa se ha inspirado tanto en su propia identidad que pueden ser marcas que se confundan. Eso sí es copiar deliberadamente. Y lo que hace educadamente esta persona es contactarles para poner conciencia en el tema y además su intención era darles algunas opciones para que no fueran confundibles una marca con la otra. Impecable.
🧐 This reminds me of something... https://t.co/Na5ZCYPENM pic.twitter.com/HUPUGJvrYm
— MDS (@mds) May 3, 2022
Esto es poner límites y hacerse cargo de la parte en la que tenemos control. Donde ya no tenemos control es sobre cómo va a reaccionar la otra persona. Me he encontrado casos personalmente en los que al avisar de que algo se estaba inspirando demasiado en mi propio material, la otra persona hace el modo avestruz, esconde la cabeza y nada más se supo. Otras personas se enfadan o indignan cuando se hace evidente lo que han hecho, y otras personas lo niegan a pesar de la evidencia. Hay clientes que he mentorizado que se han encontrado ellos/as mismas con casos en las que sus páginas web han sufrido un copy-paste, y lo peor, en algunos casos de personas profesionales del mundo de la comunicación. ¿Cómo puede suceder esto?
Sería interesante entender desde el plano psicológico qué lleva a unas personas copiar sin escrúpulos y sentirse merecedoras de ello y a otras personas sentir pudor (¿o podemos decir respeto?) por acercarnos aunque sea ligeramente a algo que se parezca a algo que ha hecho otra persona. Esto segundo nos lleva a modelar, picar piedra y sacar algo propio aunque como nos pasa a todos, tengamos nuestros referentes y fuentes de influencia.
Usar la copia para tomar el impulso
Cuando vemos que alguien nos ha copiado solemos tener esta sensación de patada o nudo en el estómago. Se enciende la señal de alarma. Sentimos que nos quitan algo nuestro, que alguien no ha respetado nuestro espacio, que ha tomado algo que no es suyo. Con el tiempo he aprendido que negar esta sensación e intentar que no nos afecte es peor, porque es parte de nuestra reacción natural como personas. Pienso que lo mejor en esos momentos es aceptar y entender que nos sentimos así, dar espacio a eso. Ahora bien, para mí lo siguiente es poner ese límite desde un lugar en el que no sintamos rabia ni enfado (es difícil pero no imposible a medida que uno practica), como parece que es el caso de @mds cuando compartía su caso en un hilo de Twitter.
No podemos controlar la reacción y lo que va a hacer la persona del otro lado, pero sí podemos tomar nuestro lugar. Y tomar ese lugar implica saber que nuestra autoría es solo nuestra. Sí, la gente suele decir que si te copian es un halago. Discrepo ligeramente en esto ya que la intención del que copia no es halagar tu trabajo, así que yo más que quedarnos tranquilos escuchando esta frase, pienso que es más útil que el halago te lo des tú mismo/a. Ese halago pasa por tomar ese lugar que es solo tuyo, incopiable, irreplicable. No todo se puede copiar y el contexto e histórico de lo que tu hayas hecho es inimitable. Y eso es lo que cuenta a largo plazo.
Las personas que tomen la vía cortoplacista y decidan usar y replicar el trabajo de otros, irán siempre por detrás en el camino. El halago cuando nos copian pasa por reconocer aquello que nos hace diferentes y la ventaja que ya llevamos ganada. Al fin y al cabo, tu camino solo lo puedes andar tú.