Gracias a los NO de mi vida

06 de mayo, 2018

“Me siento agradecido a todos los que me dijeron “no”. Por ellos lo voy haciendo yo solo”, Albert Einstein

Últimamente he pensado mucho en esta frase y se ha convertido en una especie de mantra para mí. No sólo por mi profundo respeto hacia la sabiduría de Albert Einstein, sino también porque con ella me he cruzado con la idea de que esta afirmación saca a la superficie algo fundamental, que es el nivel de confianza que tenemos en nosotros mismos y en nuestro proyecto o el camino que estamos llevando a cabo.

Cuando alguien o alguna situación que enfrentamos nos dice “no” y esa puerta se cierra en tus narices, nos podemos sentir frustrados y pensar que lo que hacemos no vale la pena. Pero me he dado cuenta que esto también puede ser una invitación para reconectar con nosotros mismos y nuestros objetivos.

Cuando recibimos un “no” en vez del “si” que estábamos esperando, nos obliga a pensar en un plan B, el cual a veces puede hacernos reflexionar en profundidad. Pienso que si usamos la energía que viene de la frustración y la rabia, podemos colocarnos a nosotros mismos en una posición interna más fuerte.

Esperar que llegue el dinero (es mejor ir a buscarlo)

El dinero que tenemos en Otter es el dinero que ganamos con el negocio. Durante el último año y medio hemos conseguido 122.000€ en presupuestos aprobados. Un 10% de esta cantidad es lo que se queda en Otter (el otro 90% es de los carpinteros que trabajan con nosotros). Tengo que decir que me siento orgullosa de ver que somos capaces de crear algo construido algo relevante y no construido en el aire, ni tampoco una burbuja. Nuestro reto ahora es hacer hacerlo crecer y que sea rentable.

Y buscando maneras de conseguir esto, tuvimos la oportunidad de pedir una subvcención al gobierno de 50.000€. Pensábamos que sería algo interesante para nosotros ya que con ese dinero podríamos pagar a dos personas que pudieran unirse al equipo y empezar a delegar tareas de marketing y desarrollo durante un año, al menos (¡por fin!). Tuvimos que esperar seis meses para saber si habíamos sido o no los afortunados.

Durante esta espera aprendí dos cosas:

  1. No me gusta depender del dinero de otros, ya que pienso que depender del dinero de otra persona puede hacer a tu negocio (y a ti) más débil: Esto es una idea desde un punto de vista muy personal y puede que no sea el más estratégico en el terreno de los negocios. De todos modos es interesante que, desde un punto de vista sistémico de la organización, estar apoyado por una subvención te puede situar en una posición más débil si ese es tu único soporte económico. Esto resuena mucho conmigo, y de hecho durante esos meses de espera de una respuesta oficial pensé que no iba a ser algo empoderador ni para mi ni para Otter.
  2. Una dependencia genera otra nueva: Gracias a la participación en un curso para mujeres emprendedoras en proyectos de economía social y solidaria, pude conocer algunos proyectos sostenidos solamente con ayudas gubernamentales. Todos ellos necesitaban nuevas vías de financiación para sobrevivir. Comprendí que no es eso lo que quiero para mi negocio. Así que en vez de invertir mi energía en buscar subvenciones prefiero invertir mi energía en adquisición de clientes. Buscar subvenciones, así como la búsqueda de inversores, es algo que puede llevar meses y pienso que no deberíamos dar eso por sentado.

Un día poco después de una de esas sesiones del programa de mujeres emprendedoras, tuve un momento de revelación. Me di cuenta de que, aunque habíamos solicitado esta ayuda estatal, no tenía claro si la aceptaría en caso de que nos la concedieran.

En ese sentido, por supuesto que habría sido muy útil recibir 50k para un año ¿pero luego qué? ¿Ir a por la siguiente subvención? Estábamos pensando contratar dos personas más pero que no podrían ser mantenidas por nuestros propios ingresos. ¿Se supone que debería despedir a dos personas del equipo al año siguiente? Lo que quiero decir es que, en mi opinión, tendría más sentido centrarse en cubrir primero mi sueldo y el de mi socio, e invertir en externalizar algunas áreas estratégicas del negocio. Pensar de un modo minimalista también con tu negocio te puede hacer más creativo en cómo minimizar esfuerzos y maximizar resultados.

La incomodidad, la señal de que estás en el camino correcto

Una semana después de aquel momento de “revelación” nos llegó la respuesta a la solicitud de la subvención. Y fue un “no”. Tuvimos una buena nota, pero la ayuda fue para otros proyectos. Así que fin del capítulo para nosotros. Me sorprendí a mí misma sintiéndome un poco frustrada y con el típico pensamiento de “¿qué hubiera pasado si…?”. Pero la verdad es que después del golpe me di cuenta que lo mejor que podía decirme era “acéptalo y sigue trabajando”. Y me sorprendío que lo que me estaba empujando era la frustración y la rabia. Y, aunque no recomiendo a nadie sostener o cargar con estas emociones, si las usamos solo durante un momento, a veces nos pueden servir para transformar ese fuego interior en pasión y superarlos. Te hace levantarte y sentirte más fuerte.

Una parte de mí esperaba un poco de alivio financierola comodidad de un alivio financiero al menos por un año. Pero puede que ese sea el problema, la idea de “comodidad” en este caso. Tenemos que estar atentos a esa sensación de comodidad en cualquier proyecto o negocio. ¿De dónde viene esta comodidad? Creo que buenas cosas ocurren cuando nos sentimos en esa especie de proceso de aceleración, como si estuviéramos dentro de una pequeña turbulencia como cuando aceleras un coche en una carrera. Ese ligero vaivéin significa que estás probando cosas nuevas, experimentando con lo desconocido.

Cuando evolucionamos, cuando crecemos, siempre vamos a notar cierta fricción interior o incomodidad. Si estás empujando un poco más lejos de donde te encuentras ahora, seguro que conocerás esta sensación. Y no pasa nada, es necesario. Es la sensación de navegar en la incerteza y en lo que implica todo cambio, innovación o meta a alcanzar. Cuando aprendemos a estar en esa incomodidad nos resulta más fácil agradecer a un “no”, ya que sabes que es parte del viaje, y posiblemente desde donde emergen los momentos clave.

El hecho de no tener ningún inversor externo es algo que a menuda me crea cierta incomodidad y me obliga a pensar qué es lo mínimo que debemos optimizar para aportar valor a nuestros clientes. Y es gracias justamente a esta incomodidad la que enciende mi energía y foco cada mañana para salir ahí fuera y hacer lo correcto.

Masterclass gratuita

Si te sientes bloqueado en tu negocio o le estás dando una vuelta a tu marca, aquí te comparto las conclusiones que he sacado al resolver mis mayores obstáculos y que te pueden ayudar a tener otra perspectiva.

Descubre mis claves favoritas que pueden ayudarte a transformar tu vida y tu negocio.